sábado, 30 de junio de 2012

Oscar y Juan


Perdón por la cursilería, pero no me resisto a citar a Don Juan (el Tenorio) con aquello de que “en esta apartada orilla, más pura la luna brilla y se respira mejor”. Efectivamente, se respira mejor en Avilés y en Asturias desde que la tensión política del último año pasó al recuerdo.

Sentí una inmensa alegría cuando por fechas de San Juan (esta vez el Bautista) llegó de nuevo a Avilés lo que nunca se debieron haber llevado algunos: el Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer. Así: sin nombres inventados ni remiendos improvisados.

Mientras en toda España estamos muy preocupados (con razón) por la prima de riesgo, en Avilés y en Asturias lo estábamos también con la tensión de algunos políticos que se decían de nuevo cuño, pero cuyo objetivo parecía pasar por destruir lo que se había logrado con mucho esfuerzo e inmensa ilusión. Como también declamaba el Tenorio, “en todas partes dejé memoria amarga de mí”. Desde luego, en Avilés así fue. ¿Renovación, habían dicho? Al fin y al cabo, 30 años de ejercicio ininterrumpido de cargos políticos en ayuntamientos, gobiernos y partidos no son nada. Para mí, una vida entera, pero bueno, dejémoslo aquí. No merece la pena seguir con el retrovisor.

Todo eso ya es historia. Ahora, en esta “apartada orilla” de la ría de Avilés vuelve a brillar con toda su luz el Centro Niemeyer, con esa “luna” simbolizada en la cúpula blanca que seguro rendiría a Doña Inés o que también ha rendido a don Koldo Miranda, con su atractiva experiencia gastronómica de la cafetería y la torre.

Espero que la foguera de San Juan (el Bautista) haya quemado del todo el “mal rollo” de la política asturiana del último año. Ojalá que don Oscar Niemeyer, desde su centenaria panorámica de la vida, allá en Río de Janeiro, esté muy contento porque en Avilés nos hemos vuelto a acordar de él (para bien, claro está).

Y ahora, a trabajar. A saldar las deudas pendientes, a seguir disponiendo de un referente cultural internacional de calidad, a seguir implicando a nuevos patronos (“¿dónde estás Arcelor?, no siento tu palpitar…”). En definitiva, a hacer las cosas bien. 


Publicado en La Voz de Avilés.


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