martes, 10 de diciembre de 2013

Burbujas y chigres


Burbujas: inmobiliaria, fútbol de élite, vinaterías finolis, titulaciones universitarias y alguna otra más. Primas: de riesgo, de seguros y de la familia. Fraudes: fiscal, laboral y gubernamental. Esperanzas: un túnel con luz al final, una salida a la derecha, una alternativa a la izquierda y un pozo con fondo. Pero sobre todo, incertidumbre, por lo que intuimos que nos espera. Todo eso es la crisis.

Los chigreros “hoy no fían… y mañana tampoco”, simplemente porque no pueden. En Avilés y en muchos más sitios no se ve gente en la calle o en los bares más allá de la hora de Cenicienta. Cierran comercios, bares, oficinas, cines y talleres, pero en algunas ondas todavía se escucha que “estamos en el buen camino”. ¿Hacia dónde, si se puede saber? El desierto urbano avanza ante nuestros ojos y, peor aún, nos damos cuenta cada día. Nuestra impotencia ya no la arreglan ni presupuestos públicos ni pastillas de colores, aunque para muchas personas sea lo único que les queda. Por eso no conviene jugar con el botón o la mano de votar.

Empleo público bajo mínimos y con precariedad, aunque habrá quien todavía se alegre de esto, al menos hasta que le toque operarse o llevar a sus hijos a un colegio con un profesorado desmotivado. Del empleo en el sector privado ni hablamos. Los convenios colectivos ya no son ni una cosa ni la otra. Cada vez son más imposiciones de parte, con escaso margen de negociación para la otra.

A una oposición para 472 plazas de enfermería en Asturias se presentan 11.000 personas; para una nueva tienda sueca de mobiliario y hogar se reciben 20.000 solicitudes en 48 horas. El termómetro del paro sigue marcando temperatura de 6 millones, con más de 100.000 en Asturias. Una fiebre mortal, de momento, sin cura ni curanderos. El hecho de que baje unas décimas no alivia el dolor de cabeza de nuestra economía familiar y nacional y, peor aún, denota síntomas de desmotivación. Eso es la crisis.

Dice el Gran Wyoming que ya casi no hay diferencia entre hacer huelga o ser becario: en el primer caso, pierdes el jornal del día, pero en el segundo, simplemente no cobras por hacer tu trabajo. Hasta los botellones languidecen, no sé si por desidia, por el frío o por unas multas que ni siquiera logran compensar las horas extras que hay que pagar a la policía.

Alegrémonos. El déficit se está reduciendo (pero sube la deuda de las Administraciones Públicas), los hogares quieren ahorrar en gas (pero no lo consiguen porque sube el recibo de la energía) y la ciudadanía demanda cosas sensatas (pero algunos parlamentos y plenos municipales se las deniegan). Se quieren pactar cuestiones básicas, pero se antepone el interés particular de algunos. Las librerías se inundan de ensayos y memorias que escriben algunos sabios, pero también muchos sabiondos y charranes.

Quizás esté equivocado en todo esto o quizás es que hoy me duele el estómago. Quizás.

Publicado en La Voz de Avilés el 10 de diciembre de 2013


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