martes, 7 de marzo de 2017

Cultura y futuro


Avilés es, por méritos propios, la referencia teatral en España o, como mínimo, por bajar algo el diapasón, una de las más destacadas. Seamos modestos, pero no más de lo necesario, aunque solo sea para compensar los males que tenemos en otros ámbitos y que normalmente se exageran con poco o mucho rigor (de todo hay).

Esta realidad teatral avilesina se acerca al óptimo, como reconoce toda la gente del gremio, incluyendo actrices, actores, técnicos, programadores y productores. Y, por supuesto, así lo vemos quienes disfrutamos de ello como espectadores y pagamos como contribuyentes y usuarios (ambas cosas). Eso sí, debemos tener presente que este resultado no es casual, ni ha sido fácil, ni por supuesto gratis, ni tampoco está asegurado para siempre jamás. Esta conquista es un excelente ejemplo de buen trabajo compartido entre personas y administraciones públicas, cuyo símbolo más evidente ha sido el tránsito desde un edificio decadente hasta un escenario recuperado con esplendor y estrenos de máxima calidad.

Los de mi generación conocimos un Teatro Palacio Valdés cerrado y en ruinas, a punto de venirse abajo. Escuchábamos de nuestros mayores historias de grandes actuaciones pasadas en aquellas tablas, pero se nos hacía muy difícil imaginarlas y las atribuíamos a ensoñaciones de mentes nostálgicas.

Por fin, tras un largo declive y unas esmeradas obras, el Teatro Palacio Valdés reabre en 1992 con todos los honores. Fueron nuestros particulares juegos olímpicos, nuestra exposición universal y nuestra capitalidad cultural, todo en uno, en aquel año mágico para toda España. Las bodas de plata de esa reapertura deben ser celebradas como se merecen, para que los más jóvenes sepan que lo que hoy conocen no estuvo siempre ahí. El impulso de alguien, el talento de otros, la ilusión de una ciudad entera y el dinero de todos, debidamente aprovechados y puestos en común, producen buenos frutos. Pero hay que seguir peleando. Llegar a la meta cuesta, pero cuando ya estás en ella, mantenerse cuesta más, dice la canción de Julio Iglesias.

Que la cultura es un puntal de futuro, ya nadie lo duda. O casi nadie, salvo quienes siguen contraponiendo notas musicales y obras de teatro a toneladas de chapa y alambrón. Como si todas estas cosas no se pudieran producir al mismo tiempo y en el mismo sitio. La falsa dicotomía entre industria y cultura, entre hormigón e innovación, entre verde y gris, es como cuando nos obligan a elegir entre lo bueno y lo mejor. Lo queremos todo, cada cosa con mesura. Sin castillos en el aire, pero sí con sana ambición y siendo conscientes de nuestras limitaciones, al lado de nuestras grandes fortalezas.

En los últimos 25 años Avilés ha consolidado una programación cultural envidiable, optimizando unos recursos que, ojalá fuesen más, pero cuyo rendimiento es claro y notorio. Contenidos variados y espléndidos continentes son ejemplos de todo ello, pudiendo sintetizar el menú en los platos que cada día se cuecen –perdón por el símil gastronómico- dentro de la Casa de la Cultura, la Factoría Cultural, el Teatro Palacio Valdés y, por supuesto, el Centro Niemeyer.

Me permito cerrar con un par de ideas que llevan tiempo fraguando y que, en mi modesta opinión, constituyen valiosas líneas de avance, sin grandes requerimientos de gasto, pero sí de una decidida voluntad y una inteligente visión estratégica.

La primera, la música, en torno al eje principal –que no único- de un Conservatorio de alta calidad, con grandes profesionales y un edificio de solera. Otras polémicas deben quedar arrumbadas desde ahora.

Y, dos, el espacio inmenso que se abre para Avilés –y para Asturias y España- en América Latina y el Caribe. Nuestro pie puesto en Brasil, un país que cuadruplica la población española y en pleno auge, no puede ser desaprovechado. Ese puente virtual que sobrevuela el Atlántico debe ser cruzado, con flujos en ambos sentidos, en forma de intercambios estudiantiles, culturales, académicos y profesionales, paquetes turísticos, cursos de español y numerosas actividades de todo tipo, con el fin de explotar la veta que supone tener aquí un pedazo de la magna obra del eterno arquitecto brasileño, Medalla de Oro de nuestra ciudad.

Publicado en La Voz de Avilés el 7 de marzo de 2017 

No hay comentarios: